El fuego en la oscuridad.
Balance sobre la campaña ofensiva y la nueva subversión contra el Estado-Capital en Chile.
Introducción
“Caso Bombas” le ha llamado la prensa del poder, en esa irrefrenable tendencia a instalar nombres rimbombantes, categorías y conceptos fáciles que pauteen las percepciones de la realidad y la manera de pensar a millones de ciudadanos-borregos orgullosos de ser esclavos. Pareciera una escena sacada del libro 1984 de George Orwell, donde una masa enfervorizada grita “la guerra es la paz” y dirigen su odio contra el enemigo de turno que les señala el Estado. Como es de sobra conocido, el 14 de Agosto de 2010, una triada conformada por el Ministerio Público, las policías y la prensa se abalanzó sobre varias casas okupa y casas particulares de compañeros y compañeras que son parte del mundo autónomo y anticapitalista, todo ello direccionado por el ministerio del Interior, quien ha movido los hilos y ha otorgado el piso político para la operación represiva.
En este guión no faltaron los elementos hollywoodenses: helicópteros policiales, equipos asalto del GOPE de Carabineros y ERTA de la Policía de Investigaciones, frenazos de vehículos, gritos, mujeres tiradas al suelo y apuntadas con armas ante el terror de sus pequeños hijos, puertas derribadas, cerreras, destrucción, compañeros en el suelo esposados y todo aquello que da emoción y adrenalina a los policías. Nada como abusar contra el débil y patearlos en el suelo, ahí todas las horas de entrenamiento cobran sentido…valió la pena. Mientras el terror del Estado se despliega en toda su magnitud, Peña y su banda sonríen satisfechos, Hinzpeter recibe su llamada…salió todo bien jefe, mientras tanto la prensa prepara su ritual de buitre para comer lo que sobre.
El resultado de todo esto ha sido 10 compañeros y compañeras que se encuentran en este momento en prisión hasta que la Fiscalía presente sus “pruebas”. Además la razzia ha traído la criminalización del mundo punk más contestatario, del anarquismo como ideología en su conjunto, del movimiento social okupa y en general de cualquiera que difiera radicalmente del orden capitalista, señalándolo como potencial culpable, de hecho, se dice que cerca de 300 personas (hasta donde se sabe) son investigadas por el Estado consideradas sujetos de interés. La sociedad del hipercontrol y la televigilancia de alta tecnología ya está aquí y se muestra en toda su realidad abandonando su viejo traje de ciencia ficción.
Toda esta escalada represiva ha estado condimentada por actuaciones donde el Estado ha jugado al borde de su propia legalidad, como han sido las presiones del ministerio del Interior para que fuera cambiado el fiscal que llevaba el caso, o la presentación de pruebas rayanas en lo ridículo durante la audiencia de formalización, sustentada en una delirante y disparatada tesis que ha contado con el ferviente e histérico aplauso de la prensa oficial.
Cabe recordar algunos de los episodios más pintorescos protagonizados por los medios de incomunicación en esta ruina moral del periodismo. Un lugar destacado lo ocupa el programa de TV “Informe Especial”, que aparte de mostrar morbosamente las fotos del cuerpo inerte de Mauricio Morales, se remitió a repetir los argumentos de la fiscalía y del equipo de Peña con algunas cuñas de los abogados defensores, sólo para no parecer el departamento de comunicaciones de la fiscalía. “Fiscal bueno viene en frasco chico” declaraba La Cuarta cuando fueron detenidos los y las compañeras mientras la policía destruía sus casas, en un titular inclasificable sin tener que rebajarse y usar el lenguaje que habitualmente ocupa este diarucho dirigido por burgueses al mando del grupo Saieh y que impunemente se hace llamar “diario popular”. En cuanto a los canales de televisión, todos sin excepción aplaudían las acciones de la policía y no podían contener sus sonrisas ante los compañeros esposados y detenidos.
Punto aparte, y especialmente proactivo ha sido el duopolio El Mercurio–La Tercera, no sólo siendo vocero de la fiscalía y accediendo a partes del proceso que ni siquiera la defensa tiene, sino que ha ido pauteando la investigación y apuntando previamente quién debe ser señalado como culpable, todo ello en virtud de su acceso privilegiado a las fuentes policiales. Con respecto a este punto, como todos aquellos que han sido marcados por la dupla delictual El Mercurio-La Tercera, luego han resultado golpeados represivamente, convendría poner especial atención a los últimos sospechosos señalados por los periodistas-policías, y éstos no son otros que los medios de contrainformación que repetidamente han sido apuntados como medios y espacios que promueven las acciones violentas.
No sería raro, que en un futuro próximo nos viéramos con una nueva camada de compañeros y compañeras en prisión donde estén incluidos quienes trabajan o participan de las páginas y medios de contrainformación. Una vez más, debemos decir que no tenemos nada de qué lamentarnos o victimizarnos, sólo damos cuenta que en esta guerra social hay que dar y recibir. Esperemos que esto también lo tengan presente los voceros del poder que se autodenominan periodistas.
Todo lo anterior es bastante conocido y en el mundo anticapitalista y autónomo se ha reflexionado y escrito bastante. Incluso se ha sido bastante exitosos instalando la idea en varios círculos, incluyendo al mundo académico y del derecho, que la actuación del Estado y del Fiscal Peña se mueve en los bordes de la propia legalidad burguesa y con una muestra de pruebas más mediática que real respecto de la fantasmal asociación ilícita terrorista. Sobre todo esto, como hemos dicho, se ha escrito bastante. Sin embargo, lo que realmente ha faltado es un balance serio y objetivo de la campaña de más de 100 atentados explosivos e incendiarios que se han sucedido durante todos estos años.
A veces la necesidad de denunciar los montajes de los que han sido víctimas varios compañeros y compañeras, no nos ha permitido calibrar los alcances y perspectivas de este desafío subversivo que se ha realizado al Estado chileno y al orden capitalista de la post dictadura. Incluso desde la izquierda, ya sea reformista o de nuestro propio campo anticapitalista, se han tratado de minimizar estos hechos. El PC ha privilegiado el enfoque de la utilización de la derecha y la infiltración. No faltan quienes dicen que se trata de actos producto de la manipulación o actuación encubierta de organismos de inteligencia ligados a la dictadura militar o las policías, al parecer con el sentido político de justificar la represión (como si necesitaran mucha justificación).
Más cerca de nosotros hay quienes han querido ver poco más que bromas infantiles y petardos de utilería llamándole “caso bombas de ruido” a la campaña de atentados. ¿Pero quiénes efectivamente han desafiado al Estado y la paz social chilena cometiendo más de 100 atentados en los años recientes, sin contar con financiamiento, ni una línea de suministros, ni un gobierno extranjero que los apoye, sin infraestructura ni instructores militares? ¿Quién ha podido durante todos estos años, atacar y evitar ser detenidos burlando a unas de las policías y organismos de inteligencia considerados serios y eficientes en Sudamérica? ¿Quiénes han logrado poner en un lugar seguro a sus compañeros perseguidos, evitando que sean detenidos e incluso (si damos por ciertas las versiones de prensa) lograr sacarlos del país, burlando inclusive las órdenes de detención emitidas a Interpol? ¿Quiénes se han sumado a una ola colectiva que ha expandido el movimiento de acciones directas a países como México, Argentina, Chile, Italia, España, Bélgica, Alemania, Grecia y otros? ¿Quiénes son los que han logrado generar acciones de solidaridad con los presos anarquistas chilenos en múltiples países del mundo?
Partamos por el principio. Todos sabemos que la campaña de más de 100 atentados incendiarios y explosivos ha existido, es decir, es real, no es un invento de la prensa ni una conspiración de algún actor que quiera provocar una intervención militar. Todos y todas sabemos también que la fantasmal asociación ilícita terrorista es una idea delirante que sólo existe en la mente de Peña y su equipo de pelafustanes que han hecho de la represión y de encarcelar a la gente su despreciable trabajo. Todos y todas sabemos que estas acciones las han realizado grupos autónomos auto-constituidos que se han dotado de sus propias armas y medios. También se sabe que han sido acciones descentralizadas sin contar con ninguna dirección o liderazgo (ni siquiera un liderazgo democrático como plantea Peña). También resulta evidente que el abanico de armas utilizadas por distintos grupos autónomos ha sido amplio y ha ido desde elementos caseros y de fabricación artesanal, como bidones con combustible, cócteles molotov y pólvora negra, hasta explosivos industriales y temporizadores de relativa complejidad y que éstos han sido ocupados con eficiencia.
De otra forma no se explicarían bancos con destrucción total (BCI de Providencia, Banco Itaú de La Reina), voladuras de torres de alta tensión y transformadores eléctricos, ataques a comisarías con serios daños y pacos heridos, ataques en las inmediaciones de la casa del presidente de la república, atentados frustrados con aparatos complejos en la presidencia de la Sofofa, quema de la sede patronal de los salmoneros en Puerto Montt, cargas introducidas en hoteles como el Marriot, destrucción de bienes en Casinos de Suboficiales de Carabineros, acciones en Concepción, Viña del Mar, Valparaíso, La Serena, Antofagasta, Puerto Montt, Curicó, etc. En definitiva, lo que queremos plantear es que las acciones no han sido un invento ni una broma y han aumentado en cantidad, en la osadía y en la selección de los blancos, desafiando abiertamente la seguridad del Estado y de barrios supuestamente intocables.
No decimos que la burguesía y el Estado tiemblan ante estos hechos, decimos solamente que las acciones han existido, representan un desafío al Estado y han amenazado en la práctica la paz de los barrios burgueses, contribuyendo a que el miedo cambie de bando, o más bien, que los ricos y los aparatos represivos de este país también se sientan vulnerables y que pueden ser golpeados. ¿Estas acciones acercarán la revolución o una insurrección popular? Por supuesto que no, pero suponemos que tampoco nadie pensará que se avanza en procesos insurreccionales solamente a punta de “trabajo de masas”. Tampoco se pensará ingenuamente que un trabajo de acción directa y sabotaje se improvisa 24 horas antes del comienzo de una insurrección. En fin, para realizar un balance de todas estas acciones debemos partir por reconocer hechos y ceñirnos a ellos de la manera más precisa posible.
La prensa oficial habla que los atentados comenzaron ahí por el 2004, cerca de las movilizaciones con motivo de la Apec y la venida de George W. Bush a Chile. Una revisión más exhuastiva nos indica que, en realidad, las acciones directas comenzaron antes del 2000 con algunos ataques a sucursales bancarias y el ataque a la sede de la Corporación de la Madera, CORMA, organismo que agrupa a las forestales depredadoras del territorio mapuche. El primer atentado de importancia es realizado antes del año 2000 contra la sede del Instituto Libertad, ligado al derechista partido Renovación Nacional con una bomba casera de pólvora negra. Años después, el último día de Agosto del año 2000, cerca de las 6:00 AM es hecha explosionar una carga de mediana potencia que provoca importantes daños en el Hotel Militar en la comuna de Providencia. En el lugar son encontrados panfletos, pero no se la adjudica ningún grupo. Al parecer, se trata de la inauguración “oficial” de Septiembre de ese año. Desde esos tiempos varios hermanos nuestros han muerto, varios de nuestros compañeros y compañeras, se han desangrado sobre el pavimento, caídos por las balas de los esbirros policiales o muerto en un terrible accidente, como el caso de Mauricio.
También son muchos -y lamentablemente cada vez más- quienes han conocido la cárcel. Una larga cadena de acciones se ha sucedido desde entonces, acciones pequeñas, simples, complejas, con medios o sin ellos, con armas convencionales o hechas en el patio de casas, con más o menos planificación hasta llegar al día de hoy. Por supuesto que sólo de acciones no se avanza en la extensión de la revuelta, son necesarios miles de esfuerzos organizativos, textos, barricadas, trabajo político, conversaciones, rayados con spray, papelógrafos, boletines, plumones, diarios, preuniversitarios populares, organización, asambleas, marchas, sindicatos, tomas, panfletos, etc. No negamos nada de ello, a veces se ha sido muy injustos tratando de plantear que hay gente que sólo cree en las acciones y que hay otros que sólo creen en un trabajo de bases. El problema no es violencia o no violencia, eso sería ridículo en una sociedad de clases y donde se pretende enfrentar un sistema económico social que justamente se sustenta en el monopolio del uso de la fuerza y de las armas. El real problema es cómo combinarlas.
Claro, no estamos descubriendo nada nuevo, pero el objetivo de este texto es hacer un balance de los hechos por los que están siendo inculpados nuestros compañeros y compañeras en el “montaje caso bombas”, es el intento por poner en perspectiva la larga serie de acciones, sabotajes y agitación ofensiva que han jalonado todos estos años en el marco de la lucha social y la irrupción de este nuevo sujeto subversivo multiforme, autónomo y descentralizado. Y para hacer un balance, lo primero que hay que hacer es un recuento, tratando de estar lo más lejos posible de la cronología periodística, sino para aquilatar fehacientemente lo que se ha hecho y lo que no. La Lista de acciones ofensivas tiene una división temática y no cronológica. Fue recopilada de medios de prensa oficial, comunicados en medios anticapitalistas, la memoria de varios y varias, conversaciones alrededor de los recuerdos y una cerveza, etc. Por supuesto hay acciones y actividades que no hemos podido recopilar o de las cuales no tenemos más antecedentes que han quedado fuera.