(Extraído de Buscando la Kalle)
El 24 de julio del 2020 son detenidxs lxs compañerxs Mónica y Francisco, en sendos operativos represivos. El poder acusa a Francisco del envío de paquetes explosivos contra el Ex Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter y la 54 comisaria de Huechuraba (Acción ocurrida el 24 de julio del 2019, revindicada por «Cómplices Sediciosos/Facción para la Venganza»), mientras que ambos son acusados del doble atentado explosivo contra el Edificio Tánica en la comuna de Vitacura (Acción ocurrida en plena revuelta, el 27 de febrero del 2020, revindicada por “Afinidades Armadas en Revuelta”).
Durante estos más de dos años de prisión, Mónica ha permanecido en el módulo de connotación pública de la cárcel de San Miguel mientras que Francisco fue inicialmente encarcelado en la sección de máxima seguridad del CAS para luego ser trasladado, junto a otros compañeros, en junio del 2021 a la cárcel La Gonzalina de Rancagua que es donde se encuentra actualmente.
Es fundamental resaltar que ambos en este tiempo de encierro han sido un aporte permanente a los debates anárquicos y de la guerra social a través de sus escritos, comunicados y artículos, dando cuenta que la prisión no es el fin de nada sino que otra trinchera desde donde dar continuidad a la lucha insurreccional y que sus muros, rejas y jaulas no son suficientes para romper la solidaridad y complicidad entre ácratas. Es desde ese lugar también donde debemos situar que Francisco asumió los hechos que se le imputan, dando así validez y vigencia a un anarquismo de acción ofensiva y la necesidad de la continuidad de sus golpes.
En prisión ambos han conformado junto con otrxs compañerxs un colectivo de prisionerxs anarquistas y subversivxs, como otra forma de dar continuidad desde las cárceles a la lucha. Reflejo de está articulación de voluntades refractarias fue la huelga de hambre que sostuvieron durante más de 50 días a partir del 22 de marzo del 2021, donde se exigía la anulación de las modificaciones del decreto ley 321 y la libertad de Marcelo Villarroel.
Fue el pasado 10 de agosto, a más de dos años de iniciado su proceso y tras una serie de ampliaciones en los plazo de investigativos que se dio cierre a su causa, tras lo cual se dio paso a la acusación definitiva donde hoy la fiscalía solicita 30 años de prisión contra Mónica, acusándola de dos delitos de colocación de artefactos explosivos. Contra Francisco los perseguidores solicitan 129 años de prisión, por dos envíos de artefacto explosivo, 3 homicidios frustrados, lesiones, daños, además de dos colocaciones de artefactos explosivos.
La Fiscalía Metropolitana Sur, representada por Claudio Orellana, fiscal especialista en bombas y causas contra antiautoritarixs, buscará llevar más de 166 testigos, 53 peritos y más de 400 pruebas. Buscando ajustar cuentas tras la imposibilidad de conseguir condenas contra lxs compañerxs el 2010 en el Caso Bombas. En el mismo sentido, saltando sus propias trabas legales, busca calificarlos como “reincidentes” por la anterior condena en España.
Para muchxs las apabulladoras condenas que buscan sepultar a lxs compañerxs pueden ser verdaderamente paralizantes. Ante una aparente imparable maquinaria jurídica, parecería que solo podría propagarse una sensación de impotencia y frustración. Pero es justamente a ese punto donde el poder busca llevarnos. La solidaridad ácrata, por su parte, sabe abrirse camino, repleta de vitalidad y creatividad, apuesta por destruir las pretensiones que tienen los poderosos para aniquilar no solo a nuestrxs compañerxs, sino a la idea misma de rebelión.
Un reconocido ex ministro que encabezo la represión; la comisaria desde donde salieron los asesinos de Claudia López; el barrio de los ricos blindado durante la revuelta; o la policía mutiladora fueron los objetivos de aquellas acciones. Sus motivaciones, son las nuestras y las de todxs quienes rechazamos el mundo de la autoridad y obediencia. Las acciones por las que enfrentaran juicio lxs compañerxs son completamente válidas y legitimas contra los poderosos y represores.
Quienes han devuelto los golpes y acabado con la impunidad de los represores, se han situado en una clara y antigua tradición revolucionaria y particularmente anárquica que ha buscado por mano propia destruir el monopolio de violencia del Estado y la tranquilidad de aquellos que desde sus puestos han comandado las más brutales incursiones represivas. Es dentro de esa misma línea histórica que situamos el caso de lxs compañerxs Mónica y Francisco.
El llamado es a multiplicar la solidaridad y agitación con lxs compañerxs. Levantar desde ya iniciativas descentralizadas ante el juicio y frenar los anhelos de los perseguidores que buscan encerrar por décadas a Mónica y francisco.
Sin ningún espacio para la indiferencia: ¡Solidaridad y complicidad con quienes atacan a los poderosos y represores!
¡Mónica y Francisco a la calle!