El 19 de abril, después de 182 días, concluía la larga huelga de hambre iniciada el 20 de octubre del año pasado por el compañero anarquista Alfredo Cospito contra el 41 bis y el ergastolo ostativo.
Estos seis meses Alfredo ha mantenido el carácter combativo y la dignidad que siempre lo han caracterizado –de forma particular durante la encarcelación– abriendo contradicciones desde dentro de los órganos del poder, dando fuerza a la acción revolucionaria internacional y visibilidad a la propaganda de los ideales antiautoritarios, usando el cuerpo y la propia vida para denunciar con un eco sin precedentes la máquina de aniquilación sobre la que se rige el siniestro aparato político del régimen italiano.
Para los anarquistas la responsabilidad siempre es individual. Este aspecto distingue históricamente el anarquismo de otras tendencias de la lucha de clases. Una decisión tan radical como una huelga de hambre indefinida jamás podrá ser fruto de órdenes de un partido, no nace de una directiva externa y no es superada por las deliberaciones de un sujeto político que sopesa los resultados de la disputa y en caso favorable pide al prisionero que suspenda la lucha.
Alfredo ha querido dar desde el principio una valor colectivo a su iniciativa, pidiendo la abolición del 41 bis y del ergastolo ostativo para todos. La sentencia del Tribunal Constitucional del pasado 18 de abril establece que para todos los delitos cuya pena fija es el ergastolo, desde ahora siempre se podrán aplicar atenuantes, evitando al imputado la condena a la cárcel de por vida. No sólo para Alfredo Cospito y Anna Beniamino en el proceso Scripta Manent. No es la abolición del ergastolo, pero al menos queda abolida la obligación de aplicar el ergastolo previsto hasta ahora para ciertos delitos. Por tanto, al día siguiente el compañero decidió interrumpir la huelga de hambre.
Estos meses, Alfredo ha resistido con coherencia y obstinación a los intentos de asesinarlo o de hacerlo desistir. Ha resistido numerosos rechazos expresados por el Tribunal de vigilancia de Roma, por la Casación, por el ministro de justicia Nordio en relación con la solicitud de desclasificación del régimen 41 bis; ha resistido a la petición de ergastolo por parte de la fiscalía de Turín: ha interrumpido la huelga de hambre sólo después de haber logrado algo concreto de una de sus demandas. Alfredo ha dado mucho. Demostrando lo potente que puede ser el ideal de libertad que lo impulsa en la lucha, su vida todavía corre peligro y quizás tenga que soportar daños permanentes en los largos años de prisión que aún le esperan.
Respetamos las decisiones del compañero y le estamos agradecidos por la fuerza que nos ha dado a todos. En estos seis meses, el anarquismo internacional ha sabido expresar energía y radicalidad alrededor de este asunto. El movimiento de solidaridad, con el abanico de prácticas puestas en práctica, tanto en las manifestaciones colectivas como en las acciones individuales, ha sido un problema de orden público que ha impuesto las razones de esta lucha en el centro del debate. En particular, por lo que respecta al 41 bis, nunca antes se había dedicado tanta atención a este infame régimen de aniquilación. Nunca había sido tan cuestionado el carácter sagrado de la antimafia, cuya crítica siempre ha sido un tabú en Italia, más aún en los ambientes de izquierda. Una herida abierta que, estamos seguros, seguirá sangrando también a largo plazo. Esto ha ocurrido no gracias a una acrobacia política o comunicativa, sino a la ola de las iniciativas radicales que se han ido emprendiendo poco a poco.
La perversa decisión tomada por el presidente de gobierno de Unità Nazionale con Mario Draghi a la cabeza y por la entonces ministra Marta Cartabia de encerrar a un anarquista en 41 bis ha resultado ser un boomerang. Si el objetivo declarado del 41 bis es impedir las comunicaciones con el exterior, este no sólo ha fallado, sino que ha producido exactamente el efecto contrario: los escritos de Alfredo nunca han sido tan conocidos , la difusión de las ideas anarquistas ha tenido una visibilidad sin precedentes en los tiempos contemporáneos. La advertencia del 41 bis no ha producido la regresión que muchos temíamos, al contrario, ha provocado rabia y ha multiplicado las iniciativas.
La línea de firmeza del nuevo gobierno de derecha no ha tenido en cuenta la falta de voluntad del anarquismo de aceptar compromisos con la dialéctica política. Respecto a las decisiones estratégicas, de la guerra a la economía, el gobierno de Giorgia Meloni está en perfecta continuidad con el anterior. También sobre este asunto, no sólo no ha sido capaz de evitar caer en los mismos errores que sus predecesores, sino que con su retórica de “ley y orden” típica de la extrema derecha ha agudizado el conflicto y ha prolongado su duración.
Tenemos que responder a la reacción represiva que ya está aquí –entre denuncias, registros, medidas cautelares y medidas preventivas– defendiendo como patrimonio colectivo el abanico de prácticas llevadas a cabo estos meses. Sentimos nuestra cada una de las acciones realizadas en este período.
Sin embargo rechazamos con disgusto toda retórica de “solución política” en torno a la huelga de hambre de Alfredo Cospito. El compañero no ha interrumpido la huelga de hambre para dar la palabra a la sociedad civil, o porque haya conseguido abrir un debate democrático sobre el 41 bis. Quien afirma esto no tiene en cuenta la naturaleza fundamentalmente antipolítica del anarquismo. La huelga de hambre de Alfredo está en una lógica totalmente diferente, y las pocas veces que ha podido hablar (como en la audiencia de Perugia del 14 de marzo) ha dicho de forma muy clara: “los únicos destellos de luz que veo son los gestos de rebelión de mis hermanos y hermanas revolucionarias por el mundo”.
Intentos de reconciliación democrática que, aunque marginales, se han tanteado estos meses por esa escoria que se reúne en torno al partito radicale. La asociación Resistenza Radicale Nonviolenta ha ofrecido a Alfredo la presidencia ad honorem. Su consejero regional en Lombardía, Michele Usuelli, fue a visitar a Alfredo a la cárcel el 1 de febrero para pedirle que condenara las acciones violentas que sucedían en el exterior y que abandonase la huelga de hambre como protestacontra ellas. Se trata de una iniciativa cobarde contra un preso en 41 bis, sometido a la tortura de la privación sensorial, que lleva más de tres meses en huelga de hambre y que encima tiene que soportar la visita de alguien que se hace pasar por su amigo y trata de arrastrarlo hacia el camino de la disociación.
Por eso ha sido de gran importancia la movilización de los anarquistas y las prácticas conflictivas expresadas. Estas acciones han mantenido cerrada la puerta de la política, se han colocado en un terreno de irrecuperabilidad, han logrado comunicar, no sólo con muchos explotados, sino también con el propio Alfredo, haciendo saber al compañero, en un momento de gran sufrimiento, que había quienes aún mantenían en alto la bandera del conflicto, ayudándole a resistir a las provocaciones de los enemigos y las tentaciones de los falsos amigos. Debemos estar orgullosos de todo lo que se ha hecho.
A pesar de todo esto, vivimos como una derrota el hecho de que Alfredo se quede en 41 bis. Nos da rabia pensar en nuestro compañero todavía en este régimen de aniquilación, quizás con problemas de salud permanentes causados por la larga huelga de hambre. Si por un lado esto nos empuja a continuar la lucha, a hacer que el Estado siga pagando por las contradicciones de esta decisión, por otro lado también representa peligros.
El principal peligro es quedar atrapados en una lucha interminable en el terreno específico de la cárcel. Siempre hemos sido y seguimos siendo escépticos hacia cualquier forma de especialización anticarcelaria. Porque la cárcel no puede ser el centro de una lucha. Porque en el centro están las razones por las cuales se termina en la cárcel. Esas razones que han llevado a Alfredo a prisión y por las que arriesga la cadena perpetua son más relevantes que nunca: la explotación, el racismo, el imperialismo, la nuclear.
Alfredo ha terminado en 41 bis porque una vez en prisión, continuó contribuyendo al debate, comunicando su pulsión revolucionaria con el exterior. Con Alfredo, estos últimos años nos hemos hecho una pregunta: ¿Qué internacional? Si queremos evitar el camino que nos está llevando contemporáneamente a la Tercera Guerra Mundial y a la catástrofe climática, ha llegado el momento de responder urgentemente a esta pregunta. El movimiento desarrollado en estos seis meses sin duda nos da una indicación. Esta es nuestra internacional.
Anarquistas en Foligno
3 mayo 2023
Traducido por lanemesi.noblogs.org