Hoy nuevamente esperamos que puedan sentir la calidez de nuestras palabras. Agradecemos la invitación a cada instancia para compartir nuestros sentires y reflexiones. El otoño ha llegado y consigo trae esa mezcla de nostalgia, rabia, pesar… entre otras emociones que brotan en cada joven combatiente y que día a día nos lleva a abrazar nuestras ideas y actuar para con ellas con coherencia. Si hoy nos reunimos aquí coincidimos en que debemos seguir nutriendo esta memoria histórica y combativa que compartimos entre diversxs guerrerxs antagónicxs al sistema. Generaciones de guerrerxs han hecho de las calles y poblaciones trincheras de enfretamiento contra la policía, recordando a Eduardo, Rafael, Paulina, Norma, Pablo, Araceli… Y a todxs esxs jóvenes combatientes que comprometieron sus vidas para luchar contra la dictadura. Han pasado más de 30 años desde que sus cuerpos perecieron más no sus convicciones, sus ideas, su amor por la libertad. Todxs estxs jovenes semillaron rebeldía y hoy continuamos aprendiendo de sus aciertos y errores, cada otoño volvemos a reunirnos, para observarnos, para contrastar nuestras realidades, para analizar el nefasto contexto en el que vivimos y aunque por muy amargo que se muestra nuestro presente seguimos resistiendo. Desde distintas trincheras nuestro espíritu continúa comprometido con esta lucha, durante décadas esta llama no se ha extinguido y cada vez que un joven rebelde se arroja con sus acciones al infinito abismo de la lucha anárquica, subversiva, nihil o insureccional significa que correspondemos a esos guerrerxs que nos dejaron.
No podemos dejar de recordar a través de estas palabras a nuestra sempiterna compañera Luisa. Dentro de estos muros siempre fortalecemos nuestra entereza con numerosos recuerdos y/o escenarios que viven o han enfrentado nuestrxs pu kompañ. Luisa es esa mujer weychafe que inspiró e incitó a muchxs jovenes rebeldes a continuar luchando, nos enternecio con sus palabras como también muchas veces estuvo ahí con nosotrxs entremedio de neumáticos encendidos. Aquí adentro nuestros pensamientos viven un caótico vaivén, pero aquéllo que nos ha vuelto inquebrantables ha sido esa semilla que nos han dejado personas como Luisa. Solo en nosotrxs está el camino para no socavar, decaemos, pero debemos seguir en pié. El kimvn que nos dejó Luisa es una fuente inagotable, como también aquello que nos ha entregado su familia que jamás han desistido de continuar luchando. Transformamos hoy por hoy la prisión en nuestra trinchera. La confrontación aquí es constante, no solo con lxs carcelerxs, pues a veces los peores policías son aquellxs que llevan la gorra en el corazón. Luisa nos incitó a aprender de cada una de nuestras experiencias, a no dejarnos ni abandonarnos, a dejar diferencias superficiales de lado, pues una maquinaria enorme intenta aplastarnos. En la cárcel se reúne y entrelaza todo aquéllo que detestamos y repudiamos. A pesar de todo continuamos utilizando cada herramienta que tenemos a nuestro alcance, atentxs a cada punto de quiebre para escabullirnos y romper el aislamiento y el silencio. Cada mañana nos recordamos como somos, no dejaremos que el encierro pudra nuestras raíces y arrebate nuestra escencia. Recordamos a todxs nuestrxs pu kompañ caidxs con amor y rabia. Permanentemente el espiritu de ellxs aflora salvajemente contra cada miserable institución, contra cada miserable autoritarix. Ningunx de ustedes está olvidado, ni aquellxs que nos dejaron ni aquellxs que hoy se encuentran en cautiverio secuestradxs en prisiones de todo el globo. Abrazamos a cada unxs de ustedes, como también a cada familia que perdió a su hijx en combate, cada unxs de ellxs vive en nuestras mentes y manos inquietas. Ni la cárcel ni la muerte detendrán la confrontación permanente. En memoria de todxs lxs caidxs y sus familias.
Con cariño, Tomas y Mawvnkho.