(Extraído de Publicación Refractario)
Tu escaso recuerdo perturba mi día y noche entre barrotes oxidados y miradas perdidas la flor se marchita cuando suelo caminar y el llanto me consume cada vez mas.
Ya no quiero estar aquí, mi desgarrado corazón no me deja partir.
Ser sensible es mi condena y espero este sea el último dolor que causo en ti, abrazo la amargura pues ella siempre está ahí, ría, cante o baile: ella siempre está ahí.
Mi eterno divagar cómplice de la maldita incertidumbre, mis rotas manos de tanto escribir.
¿Qué percepción tienes de mi?
¿Qué conoces y que tratas de evitar?
Ese es cálido fulgor de existir-resistir
El aborrecido poder del desapego al perder las esperanzas, se pierden los miedos y hace mucho tiempo desaparecieron.
Kuyi (Centro Penitenciario «Tiempo Joven» San Bernardo)